El Quechua de Guatemala
(La Autodenominada Lengua Xinca)
BREVE RESUMEN ¿Sería posible que detrás de un idioma como el xinca, que hoy se considera extinto, ocultase una sensacional verdad sobre la historia precolombina? Esto es lo que promete desvelar Vittorio Binda en este estudio científico y divulgativo sobre el xinca, una lengua localizada en algunos departamentos de Guatemala, que hoy en día ya no tiene hablantes nativos sino sólo «semihablantes». Se trata de una pequeña familia lingüística que, curiosamente, no tiene ninguna filiación genética con los demás idiomas de la región mesoamericana. Dirigiéndose no sólo a los expertos en la materia (glotólogos, dialectólogos, lingüistas y etnolingüistas), sino también a un público de no especialistas, el Autor se propone demostrar que el xinca no es otra cosa que un dialecto de la lengua quechua o, para ser más precisos, uno de los muchos idiomas que componen la familia lingüística quechua: la lengua hablada por los incas. Según el famoso antropólogo y lingüista peruano Alfredo Torero, existen treinta y siete dialectos (o lenguas) que componen el quechua, por lo que el xinca representaría la trigésimo octava variante dialectal, o lengua, de la familia. El libro es el resultado de una profunda investigación comparativa entre el xinca y el quechua, a nivel morfológico, sintáctico y léxico. Gracias a sus estudios de campo, al conocimiento del quechua y al uso de decenas de diccionarios y gramáticas de quechua y xinca, el Autor nos lleva de la mano en la exploración lingüística de un idioma que tanto tiene que contarnos sobre la historia de la mayor civilización del Nuevo Mundo: la civilización inca. En efecto, al cruzar el estudio del xinca con el descubrimiento del Código Pakasqa, la escritura secreta de los incas, Vittorio Binda consigue demostrar que el trigésimo octavo dialecto quechua representa la herencia de la lengua hablada por una colonia fundada por los incas en el siglo XV en la actual Guatemala, un asentamiento compuesto principalmente por soldados, los llamados mitimaes militares incas. A través de un detallado análisis léxico presente en este libro, basado en la comparación del xinca con los diversos dialectos del quechua que aún se hablan en la actualidad, es posible establecer con precisión los lugares de origen de los soldados del Tahuantinsuyo que conformaron este puesto avanzado establecido en Mesoamérica. Procedían principalmente de las tierras altas de Bolivia, pero también de las regiones costeras y andinas del centro-sur de Perú y, en menor medida, de Ecuador y Colombia. ¿Qué hacían decenas de miles de mitimaes militares incas en esta región de Centroamérica? La sensacional tesis del Autor, que llevaría a reescribir páginas enteras de la historia precolombina, es que el imperio inca se preparaba para la invasión y conquista de Centroamérica y del imperio azteca. Un propósito que fracasó únicamente a causa de la inesperada y trágica llegada de los conquistadores españoles en las décadas posteriores al descubrimiento europeo de América. Serían las violentas batallas libradas contra el ejército español dirigido por el brutal y cruel Pedro de Alvarado, las terribles epidemias que asolaron Mesoamérica, las deportaciones a otras regiones, la feroz esclavitud en las minas, salinas y plantaciones, y las atrocidades perpetradas por los encomenderos españoles, las que provocaran un dramático declive de los mitimaes militares incas. Tras un siglo de dominio español, quedaron reducidos a unos pocos miles de individuos. Demasiado pocos habitantes para poder conservar sus características lingüísticas y culturales y sus tradiciones a lo largo del tiempo. Esta obra, un documento lingüístico de extraordinaria importancia para los historiadores, producirá, así mismo, un impacto sin precedentes en las comunidades indígenas del este de Guatemala y el oeste de El Salvador que se autodenominan de etnia xinca. Podrán comprobar que no existe un pueblo xinca y tanto menos una lengua xinca. La verdad es otra: son descendientes de guerreros incas que se asentaron en Mesoamérica a partir de la segunda mitad del siglo XV. El Quechua de Guatemala (La Autodenominada Lengua Xinca) es un texto destinado a cambiar radicalmente la historia de ayer y la de hoy.
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Los Incas
Los Hijos del Sol
Túpac Inca Yupanqui:
el "Cristóbal Colón"
de Oceanía
BREVE RESUMEN Con este libro se derriba definitivamente un "mito" de la historiografía oficial occidental, el descubrimiento europeo de Oceanía. El relato histórico hasta hoy narrado es por todos bien conocido: Magallanes, en su viaje de circunnavegación del globo entre 1519 y 1521, llegó a las islas Marianas, en el Pacífico. Así pues, cerca de tres décadas tras el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, los europeos habrían también descubierto la existencia de una nueva parte del mundo. Tendríamos aún que esperar dos siglos y medio, al explorador inglés James Cook, para tener una representación exacta del inmenso continente de la Oceanía. Sin embargo... Sin embargo, varias crónicas del siglo XVI nos relatan una historia diferente. Según lo que escribe, por ejemplo, el explorador y escritor español Pedro Sarmiento de Gamboa en su Historia de los Incas, Túpac Yupanqui, futuro emperador inca, partió en 1465 a la conquista del Océano Pacífico con una impresionante flota de balsas y más de veinte mil soldados experimentados a bordo. Otros cronistas de la época dan noticias similares: así el escritor Miguel Cabello de Balboa y el fraile Martín de Murúa. ¿Cuál es la verdad? Se necesitan pruebas para demostrar la veracidad de una tesis. Pruebas científicas. Esto es lo que aporta Vittorio Binda, un explorador moderno, en este apasionante libro rico en sorprendentes reconstrucciones históricas. El Autor, cita en la obra todos los indicios y pruebas ya a disposición del mundo científico y académico sobre las relaciones, en la época precolombina, entre los pueblos de Sudamérica y los de la Polinesia. Por ejemplo, la difusión en archipiélagos polinesios y melanesios, como las Islas Gambier, Marquesas y Tanga, de leyendas sobre un líder llamado Tupa, venido de Oriente y al mando de una flota de barcos y numerosos soldados. O la presencia, en la Isla de Pascua, de la fachada de un centro ceremonial que se asemeja extraordinariamente al estilo arquitectónico único y típico de los edificios incas de la época imperial. Como también, el «enigma» de la presencia de boniatos en el Océano Pacífico, que ha quedado definitivamente resuelto gracias a un amplio estudio genético reciente, que ha demostrado la presencia de una firma genética sudamericana en las variedades de boniato presentes en la Polinesia. Teniendo en cuenta las numerosas evidencias de contacto entre los pueblos de América del Sur y los pueblos isleños polinesios en época precolombina, en el mundo académico ha habido empeño en afirmar que, si hubo relaciones, éstas se debieron a las hazañas de los polinesios, expertos navegantes, y desde luego no a la iniciativa de pueblos como los incas, que carecían de la destreza y la tecnología necesarias para osar travesías oceánicas. Binda desmonta esta falsedad histórica, sacando a la luz las pruebas sobre las grandes habilidades marineras de las civilizaciones Manteños-Huancavilcas y Chinchas, establecidas en las costas de los actuales Ecuador y Perú. Siendo tratados por los incas más como aliados que como súbditos, los expertos navegantes de estas culturas marítimas, con sus eficaces, rápidas e insumergibles balsas, prácticamente no tenían rival en la travesía del Océano Pacífico. Fueron ellos quienes guiaron y transportaron a Túpac Yupanqui y a sus veinte mil soldados hasta Oceanía. En época reciente, como relata el libro, se han logrado repetidas travesías del Océano Pacífico desde Sudamérica hasta la Polinesia, Melanesia y Australia, con embarcaciones construidas precisamente siguiendo el modelo de las antiguas balsas sudamericanas, para demostrar que los viajes transoceánicos, en la época precolombina, no sólo eran posibles, sino que tampoco resultaban demasiado complicados. Por ejemplo, el español Vital Alsar, en 1970 y 1973, con una y tres balsas respectivamente, realizó dos increíbles travesías de Ecuador a Australia, demostrando definitivamente la viabilidad de este tipo de viajes a través del Océano y desmintientdo categóricamente a los escépticos, los cuales se quedaron sin palabras. En estas dos fantásticas hazañas, recorrió un total de 32.924 kilómetros, tan sólo 7.152 kilómetros menos que la circunferencia máxima de la Tierra (el ecuador terrestre mide 40.076 kilómetros). Pero la prueba reina e indiscutible de la llegada de los incas a las islas del Océano Pacífico reside en la presencia de numerosos petroglifos, sin duda de origen andino, grabados en las piedras de varias islas de Polinesia, Melanesia y Micronesia. A través de una reconstrucción capilar y documentada, el Autor muestra cómo todos los principales ideogramas (logogramas semánticos) del Código Pakasqa, la escritura secreta de los Incas, descubierta por él mismo y que lo convierte en el último amawta (amauta) aún en vida, están inequívocamente grabados en las rocas de Oceanía. Siguiendo los petroglifos de esas islas, es capaz incluso de mostrar al lector la ruta más probable seguida por la flota inca: Sudamérica, Islas Marquesas, Islas Gambier (desviación de parte de la flota a la Isla de Pascua para establecer un puesto avanzado), Islas de la Sociedad, Archipiélago de Nueva Caledonia, isla de Nueva Guinea, Islas D'Entrecasteaux, Archipiélago de Bismarck, isla de Pohnpei (Ponape) e isla de Weno (Islas Chuuk), retorno en Sudamérica. Después de más de cinco siglos, ha llegado el momento de restablecer la verdad histórica. Túpac Yupanqui, futuro emperador inca, realizó con éxito en 1465 la mayor travesía transoceánica jamás acometida hasta entonces y puede ser considerado, a todos los efectos, el Cristóbal Colón de Oceanía. Paradójicamente, Túpac Yupanqui descubrió el «Novísimo Mundo», Oceanía, casi treinta años antes del descubrimiento europeo del «Nuevo Mundo». Esta obra relata la historia y, al mismo tiempo, es la demostración científica de aquella increíble aventura.
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Los Incas
Los Hijos del Sol en América Central y del Norte.
La misteriosa Yuraq Llaqta (Ciudad Blanca)
BREVE RESUMEN La epopeya de un pueblo olvidado durante siglos. Personajes, entre los más grandes de la humanidad, completamente ignorados. Una historia, grandiosa, nunca antes contada. Eso es lo que realiza este libro: quiebra el olvido y guía a los lectores por el continente americano en un viaje lleno de aventuras. Estamos en las décadas a caballo entre los siglos XV y XVI y los protagonistas de esta aventura son los incas, el pueblo del imperio más importante y poderoso de la época precolombina. Un imperio espoleado, en sus objetivos expansionistas, por una inmensa sed de poder y empujado así mismo por una búsqueda espasmódica de oro, el metal sagrado enviado por el Dios Inti, el Dios Sol, la divinidad más importante del panteón inca. De hecho, explorar, para los "Hijos del Sol", significaba la búsqueda de nuevas riquezas, nuevo oro: una forma de acercarse a lo divino. Quien deseaba estas exploraciones era, probablemente, Túpac Yupanqui, emperador inca de la época, y más tarde su hijo Huayna Cápac. Como desvela Vittorio Binda, Túpac Yupanqui, antes y durante su reinado, llevó a cabo sin duda increíbles expediciones marítimas y largas campañas terrestres. Navegando por el Océano Pacífico, llegó a Polinesia, Melanesia y Micronesia en 1465, antes que los europeos e incluso antes del descubrimiento de América. Dirigió personalmente campañas militares más allá de las fronteras del imperio, aventurándose hasta el extremo sur de Chile, lo que él consideraba el «fin del mundo». Un ansia expansionista que, durante las décadas del reinado de Túpac Yupanqui y su hijo Huayna Cápac, parecía no tener límites, y que dirigió la atención del imperio hacia el resto del continente americano. Las tropas incas se embarcaron, de consecuencia, en una serie de viajes de reconocimiento sin precedentes, de las tierras de Sudamérica hasta Centroamérica, desde las islas del Caribe hasta Norteamérica y quizás incluso hasta Alaska. El Autor nos hace viajar junto a los hombres del ejército inca, los mitimaes militares, a lo largo de las probables rutas de exploración abiertas en aquellas décadas. Lo hace aportando testimonios históricos, indicios y evidencias arqueológicas, demostraciones de herencia lingüística, relatos y valiosos conocimientos recogidos directamente sobre el terreno en años y años de investigación. Partiendo desde los departamentos colombianos del centro-norte, seguimos el camino de los incas hasta Venezuela, para alcanzar luego las islas del Caribe. Acompañamos su viaje a través de la densa y aún impenetrable selva del "Tapón del Darién" hasta Panamá y Costa Rica, con sus ricas minas de oro, y desde allí a la selva de la Mosquitia hondureña, también llamada la "Pequeña Amazonia" por su selva salvaje e inaccesible, donde se fundó una auténtica ciudad, la Yuraq Llaqta (Ciudad Blanca), El Dorado inca de Centroamérica. La narración muestra cómo los mitimaes militares incas establecieron una gran colonia en el oeste de El Salvador y el sur de Guatemala. Según las estimaciones del Autor, a la llegada de los españoles vivían en esos territorios unos cincuenta mil soldados incas, dispuestos a invadir Centroamérica y el imperio azteca, plan abortado por la inesperada y trágica llegada de los conquistadores en las décadas posteriores al descubrimiento europeo de América. Un legado de su presencia es la autodenominada lengua xinca, hoy prácticamente extinguida pero hablada hasta hace unas pocas décadas por comunidades indígenas del sureste de Guatemala, que la cuales aún se autodenominan erróneamente de etnia xinca. Esta lengua, como ha descubierto el Autor, no sería otra cosa que un dialecto del quechua (el trigésimo octavo), la lengua hablada por los incas. Desde este puesto de avanzada fundado en Mesoamérica, los mismos mitimaes militares alcanzaron casi seguramente, durante diversas expediciones exploratorias, México, el suroeste y el noroeste de Estados Unidos y quizás la helada Alaska. Pero, ¿Cómo habrá podido saber el Autor que los incas salieron de las fronteras del reino andino para explorar, en previsión de futuras invasiones militares, un continente tan inmenso? ¿Por qué ningún historiador, antes que él, relata este hecho? Pues bien, Binda es el descubridor del Código Pakasqa, la escritura secreta de los incas, que ha permanecido oculta a nuestros ojos desde la implosión del imperio del Tahuantinsuyo a raíz de la inesperada llegada de los conquistadores españoles. Contrariamente a lo que se afirma en los libros de historia, los incas tenían su propia lengua escrita pictográfica-ideográfica. Se trataba de una escritura compuesta por miles de símbolos primarios y secundarios grabados en las rocas, cuyo significado ha sido descifrado e interpretado por el propio Autor, tras décadas de estudio e investigación. Estos ideogramas tallados en piedra representan un tipo singular de arte rupestre, destinado a perdurar durante siglos, con características completamente diferentes a otros tipos de petroglifos encontrados en el mundo; sorprende además su presencia unicamente en tres continentes: Sudamérica, Norteamérica y Oceanía. La explicación a esto es muy simple: los incas, como pueblo, nunca pisaron el suelo de los demás continentes. Estos petroglifos contenían, y este es el quid de la cuestión, mensajes dirigidos al ejército inca sobre el contexto socioambiental de los territorios que se exploraban, útiles de cara a una posible futura campaña de conquista. Es precisamente siguiendo la presencia de los petroglifos incas que, en este libro, se desvela una extraordinaria verdad histórica: los incas, en preparación para posibles invasiones, exploraron Sudamérica, Centroamérica y Norteamérica en varias ocasiones. A lo largo de la narración se reconstruyen las rutas, se incluyen además las coordenadas GPS de los lugares mencionados, aportando pruebas precisas y detalladas que pueden ser comprobadas por cualquier estudioso con buena voluntad y honestidad intelectual. Esta obra devuelve al mundo, después de cinco siglos, el conocimiento de una de las mayores aventuras de la humanidad: la exploración del continente americano por los "Hijos del Sol", acaecida décadas antes del descubrimiento de América por el genovés Cristóbal Colón.
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Los Incas
Los Hijos del Sol en Brasil
El legendario Paititi
BREVE RESUMEN La antigua ruta sudamericana del Peabiru, dos fortalezas de origen enigmático: una inmersa en la selva tropical del departamento boliviano de Beni y otra en la selva brasileña del estado de Rondônia, la mítica ciudad de Paititi, el misterio arqueológico de la "Pedra do Ingá". Son muchos los arcanos que este libro, un verdadero viaje a través del tiempo y el espacio, aborda y resuelve. Como descubrimos a medida que trascurre la lectura, hay aquí un protagonista : el pueblo de los incas. Hay también un periodo de la historia que sigue envuelto en la niebla: las décadas que precedieron y aquellas posteriores a la llegada de los primeros conquistadores europeos a América del Sur, acontecimiento que llevaría a la desaparición del imperio inca, la mayor civilización del Nuevo Mundo. Los lugares del Brasil a los que nos conduce Vittorio Binda, con la pasión de un explorador y la precisión científica de quien ha estudiado ese mundo durante décadas, representan fragmentos de un relato mucho más largo, una historia que espera ser reescrita. Trataría esta sobre las incursiones y conquistas del pueblo inca más allá de las fronteras imperiales de los Andes. Viajes exploratorios que, como revela Binda en sus otras obras, llevaron a este increíble pueblo precolombino a alcanzar las lejanas tierras de América Central y del Norte e incluso desembarcar en varias islas de Oceanía, mucho antes que Cristóbal Colón y Magallanes. Si el cuadro que se esboza es el de un imperio con poderosas ambiciones de expansión (la búsqueda de oro y metales preciosos, en primera instancia), el texto no puede que iniciar hablando de una ruta: el camino de Peabiru. Se trata de la antigua y misteriosa ruta indígena, larga miles de kilómetros, que unía el Atlántico con el Pacífico. Una especie de larguísima carretera, la más importante de la América precolombina, que atravesaba bosques, pantanos, montañas y llanuras. Fue a través del Peabiru, tal y como se recoge en el libro, como el aventurero portugués Alejo García, en 1524-25, es decir, ocho años antes que el conquistador Francisco Pizarro, penetró en territorio inca, siendo el primer europeo en realizarlo. La revelación en este libro consiste en informarnos de cómo la ruta de Peabiru, a caballo entre los siglos XV y XVI, fue utilizada por los soldados del emperador Inca en sus planes de expansión hacia el Atlántico, en territorio brasileño. Así lo demuestran no sólo los testimonios arqueológicos, sino también un descubrimiento sorprendente: la presencia, en varios lugares de esta vía de comunicación, de numerosos petroglifos de origen ciertamente inca. Por ejemplo, en el actual estado brasileño de Santa Caterina, frente al océano Atlántico, se hallan numerosos grabados rupestres realizados por guerreros del Tahuantinsuyo en sus viajes de exploración. Esta revelación, nueva para la historiografía y explosiva por sus consecuencias, ha sido posible gracias al descubrimiento realizado por el proprio Autor del Código Pakasqa, la escritura secreta de los incas. Un tipo de escritura ideográfica incisa por los exploradores incas sobre piedras muy duras y que tenía por objeto describir la situación socioambiental de los lugares que atravesaban: se trataba de una fuente de información fundamental en previsión de eventuales expediciones militares de conquista. Página tras página, seguimos las huellas de los incas a través de la densa selva boliviana del departamento de Beni, hasta llegar a los bosques pluviales amazónicos del estado brasileño de Rondônia. A lo largo del camino nos encontramos con dos antiguas fortificaciones de piedra, ahora en ruinas: la Fortaleza “Las Piedras” y la Fortaleza “Serra da Muralha”. Dos yacimientos arqueológicos de origen hasta ahora incierto, en territorios particularmente ricos en oro y casiterita, metales fundamentales para la metalurgia inca. Gracias a la presencia e interpretación de varios petroglifos de indudable origen andino, se demuestra finalmente cómo estas dos fortalezas formasen parte de un vasto sistema defensivo situado en los límites del imperio del Tahuantinsuyo. El viaje por el bosque de Rondônia continúa siguiendo la orilla del río Guaporé, hasta llegar a las ruinas de la enigmática Ciudad Laberinto («Cidade Labirinto»), una singular construcción formada por varios compartimentos que obedecen a una lógica desconocida. También aquí, aportando pruebas históricas y arqueológicas y, sobre todo, gracias a la interpretación inédita de los grabados rupestres hallados en el yacimiento, el Autor aclara de una vez por todas lo que realmente se esconde tras la leyenda de la ciudad de Paititi, la mítica ciudad dorada de los incas situada en la selva amazónica al este de la capital, Cuzco. Desde el siglo XVI hasta hoy, este lugar legendario ha sido objeto de numerosas expediciones organizadas por pseudoestudiosos, investigadores y aventureros, todos ellos contagiados por la «fiebre del oro». La realidad sin embargo, tal y como se argumenta en el libro, es bastante clara y, decididamente, decepcionante: el Paititi no sería más que un simple puesto de avanzada inca escondido en la selva que rodea las orillas del río Guaporé, en los confines del imperio, y correspondería a la Ciudad Laberinto. Este modesto complejo arqueológico, formado por rústicos muros defensivos que albergan en su interior toscas construcciones de piedra, habría albergado a numerosos indios en su huida de Perú tras la caída de Cuzco en manos de los españoles. La verdadera ciudad dorada, El Dorado, buscada compulsivamente durante siglos por generaciones enteras de exploradores, ha sido identificada por Binda y se trataría de la antigua ciudad de Manoa, escondida en el corazón de la densa e inexplorada selva de la Guayana venezolana, al pie de un gigantesco tepuy. Una historia y un lugar completamente diferentes por tanto. Siguiendo siempre las indicaciones de los petroglifos incas, desandamos la ruta de los soldados del imperio andino a lo largo de todo el río Amazonas y sus principales afluentes. Llegamos, de este modo, al yacimiento de arte rupestre más importante de todo Brasil: la "Pedra do Ingá", un gran monolito en el que están incisos numerosos petroglifos nunca interpretados hasta ahora. Por primera vez, siempre gracias al descubrimiento de la escritura secreta de los incas, es posible no sólo demostrar el origen andina de este gran yacimiento arqueológico, sino también descifrar el mensaje que contiene. Es por todo lo anterior, que este libro nos ofrece la oportunidad de emprender un apasionante viaje de exploración. Vivir, a través de su palpitante narración, una aventura única. La cual nos obliga a revisar lo que sabemos del pasado y a redibujar la geografía y la historia de la civilización precolombina más importante y una de las más grandes que han existido en la historia de la humanidad, la de los "Hijos del Sol".